El legado social y ambiental al Eje Cafetero en Juegos Nacionales y Paranacionales

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Foto: William Mora

Los XXII Juegos Nacionales y VI Paranacionales se han destacado por su enfoque en la construcción de Colombia Potencia de Vida, impulsando iniciativas con un fuerte impacto social y comunitario. En el marco de estas justas se capacitaron a 2.000 voluntarios en temas de sostenibilidad y deporte, generando un cambio notable en habilidades y competencias. Esta fuerza impulsó programas que unieron a la comunidad deportiva y a los ciudadanos de cada sede, fomentando la participación en programas sociales y en la construcción de redes económicas.

Adicionalmente, este legado se nutrió de acciones positivas para el medio ambiente y la comunidad, como la plantación de 2.400 árboles y la organización de eventos deportivos para poblaciones vulnerables. De igual manera, los Juegos fueron esenciales para promover el turismo deportivo y se trabajó en la visibilizar el papel del deporte en la sociedad, junto con la gestión de residuos y programas de educación ambiental.

En consecuencia, el Eje Cafetero fue testigo y beneficiario directo del fortalecimiento del tejido social, dejando una huella significativa en cada comunidad anfitriona.

El legado de los ‘Juegos Verdes’

Los denominados ‘Juegos Verdes’ buscan forjar un país deportivo, en medio de esta tarea también asumieron el papel de agentes de cambio que cuidan activamente el entorno. Estas prácticas sostenibles aseguran que las justas no solo sean una celebración deportiva, sino un ejemplo de respeto por la naturaleza, de reducción de residuos, de minimizar la huella ambiental y del fomento del uso responsable de recursos.

“La sostenibilidad tiene que ver con el compromiso que ustedes tengan para aprovechar los recursos naturales sin comprometer los del futuro, para que las próximas generaciones cuenten con las mismas posibilidades de nosotros”, expresó Baltazar Medina, director de los XXII Juegos Deportivos Nacionales y VI Juegos Paranacionales, cuando plantó el primero de los hasta ahora 2.400 árboles en la siembra del bosque olímpico el barrio El Paraíso, de la capital del Quindío.

Dicho sector ha tenido una evolución de diferentes matices: comenzó como una quebrada y sus faldas contaban con cafetales y platanales. La flora y fauna en todo su esplendor. Posteriormente, se convirtió en un relleno sanitario que se dispuso para la ciudad, pero con el crecimiento de la misma, se dejó de utilizar y quedó como un lote abandonado. Sin embargo, en los últimos años se empezó a recuperar gracias a los habitantes, que empezaron a sembrar árboles y a construir canchas de baloncesto, fútbol y BMX.

De esta manera el lote, antes despreciado, se empezó a convertir en un lugar propicio para recuperar toda la diversidad biológica, que una vez se extinguió de esta área; para revivir un sitio que fue abandonado y convertirlo en un símbolo de esperanza. “Esta actividad es una gran iniciativa que favorecerá no solo a la naturaleza sino a las personas que viven aquí. Es un espacio que será un pulmón del sector”, destacó Giovanny Cruz, voluntario que ha vivido en el barrio desde la década del 50.

“Esta actividad más que crear conciencia, le hace frente a una problemática que es global. Con la siembra de un árbol, también sembramos vida”, afirmó Jorge Iván Arias, de la Fundación Proyecto 100 mil, que aportó las 30 especies de árboles que se sembraron, tales como cedros, guayabos, jazmines, guayacanes, robles y acacias, entre otros, todos ellos nativos del Eje Cafetero.

Así, estos Juegos Nacionales y Paranacionales no solo se centraron en la competencia deportiva, sino en inspirar una conciencia ambiental en cada aspecto, desde la gestión de residuos hasta la siembra responsable, creando una huella verde que perdurará mucho después de que se apaguen los reflectores.

Con información de MinDeporte.