Después de la hazaña de Gerard Giraldo, al batir el récord nacional de los 5.000 metros, en poder de Domingo Tibaduiza, después de más de 40 años, muchas cosas pasan por la cabeza para rendirle un merecido homenaje.
Una entrevista, quizás, un recibimiento, una celebración, que de hecho no puede pasar por alto. Pero qué mejor que sea él mismo el que cuente lo que pasó antes, durante y después de la carrera…
La foto es de los Juegos Olímpicos de Rio, en su llegada del maratón. Una de las que más le gusta al nuevo recordista nacional de los 5.000 metros y como seguramente hubiera querido cruzar la meta en el Payton.
Por Gerard Giraldo
Después de correr 13:33 en Mt. Sac Relays pensábamos que tenía muchas posibilidades de romper el récord nacional en nuestra próxima competencia; más aún cuando iba ser en Payton Jordan Invitational, una de las mejores reuniones del mundo.
Pasaban los días y los nervios aumentaban pensando que si quedarme en Estados Unidos esos 20 días habían sido la mejor decisión. Pero ya no había nada qué hacer. Ahora mis pensamientos estaban en esperar a que hicieran pública la lista de competidores y saber si alcanzábamos a estar en el grupo de primer nivel. No estar ahí reduciría drásticamente nuestras posibilidades de un nuevo récord nacional.
Cuando vi mi nombre junto al del recordista mundial de la milla y junto al del resto de corredores de la élite de los 5.000, en Payton, pensé, ‘este es mi destino’.
El último entrenamiento llenó aún más mis expectativas. En la mañana del mismo día del evento salí a trotar con Caro (Carolina Tabares) y le dije: ‘No sé por qué, pero me siento como el día que hice el récord de 1.500 metros’. Ella e Iván (González) me decían «tienes que intentarlo».
Calentando, los nervios me querían invadir, pero sabía que debía estar concentrado en la táctica de carrera que era pasar en 8:05/06 el 3.000 e intentar rematar en 5:20/21 o menos.
El primer mil lo hice en 2:42. Me sentía bien al estar bien ubicado; en el segundo mil pasé con 5:24. El ritmo era el indicado, aunque había perdido posiciones. En el 3.000, en 8:05, sentí que le estaban bajando al ritmo, así que pensé, no puedo permitirlo.
Fue una decisión difícil, porque era intentar ir a un ritmo que nunca había experimentado, pero tenía que arriesgar si quería lograrlo. Al ver a la élite mundial rematar ese último mil pensé que me estaba quedando del ritmo y luché con todas mis fuerzas.
A pesar del fuerte ritmo alcancé a mirar el tablero, y mi sorpresa fue ver que faltando una vuelta, el reloj marcaba 12:20. Ya tenía el récord nacional en mis piernas, y al final perdí dos puestos por alzar los brazos, pero sentía que me merecía este pequeño regalo por todo el esfuerzo.
Mis compañeros me abrazaron llenos de alegría y al llegar al hotel, el celular explotaba lleno de mensajes. Fui incapaz de dormir. Por mi mente se repetía una y otra vez la carrera y todos los años de trabajo para llegar a este punto. 13:21.31.
Vea: Gerard pulverizó la marca de Domingo Tibaduiza, 40 años después.