¿Cómo nos afecta el entorno al momento de correr?

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El running es una actividad emocionante e igualmente desgastante. Los retos que ofrece el running ya sea carreras de calle, trail, montaña, cross country u otros, son un desafío por sí mismos, y a ello se suman las condiciones climáticas y ambientales del lugar donde se lleva a cabo. Aún si se corre por cuenta propia en la calle o si se es fan de ir a diferentes ciudades por la gran variedad de eventos deportivos que se desarrollan, las condiciones climáticas pueden variar mucho de un día a otro, cuestiones como la humedad, el viento, el calor, la superficie y más factores influyen al momento de correr, por eso es importane estar informado en cómo éstos afectan al momento de hacer deporte.

Temperatura

La temperatura es un factor que determina nuestro rendimiento. Poder mantener el ritmo esperado en una carrera cuando hay altas temperaturas dependerá en buena parte de lo eficiente que sea nuestro cuerpo para gestionarlo. El calor es el peor enemigo de todo runner, ya que puede hacer que la fatiga aparezca antes de tiempo, que no nos sintamos cómodos corriendo o que incluso nos deshidratemos. Es necesaria siempre una adecuada hidratación y el uso de prendas hechas para el calor. Hay que tener en cuenta que es mejor pasar un poco de frío al principio que pasar demasiado calor y correr el riesgo de deshidratarse. Si se participa en competiciones, hacer uso de la hidratación que proveeen los organizadores es uno de los consejos a seguir para evitar un golpe de calor en plena carrera. Reponer agua y sales minerales después del esfuerzo también es primordial.

Correr con muy bajas temperaturas tampoco es lo ideal. Cuando las temperaturas bajen a menos de cero, hay que asegurarse de prestar atención a la información y advertencias del reporte meteorológico de la ciudad en la que se corre. Las temperaturas frías y el aire seco pueden agravar ciertas condiciones de salud, por lo que hay veces en las que es mejor no correr un día con demasiado frio.

Humedad

Un ambiente muy húmedo merma la capacidad del cuerpo de eliminar el calor a través del sudor. Con una humedad alta en el aire (superior al 65%) al cuerpo se le hace más difícil regular su temperatura y la aparición de fatiga se da de manera más temprana, además de que las pulsaciones serán más altas que en otras condiciones. Para combatir la humedad cuando se corre a altas temperaturas, existe un consejo básico: beber agua fría. Por eso mismo cuando la humedad en el aire es muy alta (más del 85%) no se recomienda hacer ejercicio intenso ya que puede estar en riesgo la salud del deportista.

Viento

Superar la resistencia del viento depende de la velocidad a la que se avanza. Por eso se mide la velocidad del viento en las pruebas de sprint y por ello los ciclistas corren en pelotón, turnándose al frente, para ahorrar energía.

El efecto del viento es menos pronunciado en las carreras de fondo, pero los estudios sugieren que el rendimiento de carrera mejora cuando se corre detrás de alguien, especialmente si hay viento en contra.

Lluvia

Aunque la lluvia puede quitar las ganas de salir, una vez fuera correr con lluvia suele ser bastante refrescante y agradable. También ayuda a mantenerse fresco incluso cuando se empieza tener calor. El peligro viene cuando las condiciones son frías y húmedas a la vez, porque una vez mojado al cuerpo le cuesta retener el calor, lo que puede conducir a la hipotermia y a otros problemas relacionados con el frío. Es importante llevar prendas hechas para la lluvia y el viento, que permitan mantenerse fresco y seco por dentro, a la vez que impermeable por fuera.

Contaminación

Los corredores que viven en zonas urbanas se ven muy expuestos a la contaminación. En general, en las ciudades los niveles más altos de contaminación en el aire se dan por la mañana, por lo que se recomienda no salir a correr por la mañana sino hacerlo durante el mediodía o por la tarde, según el lugar y la época del año. Alejarse en la medida de lo posible de la contaminación activa, incluso las distancias pequeñas y barreras como los árboles pueden marcar una gran diferencia.

Tambien cabe aclarar que no siempre es mejor correr en interiores. Por ejemplo, los componentes químicos de los productos de limpieza y las alfombras o muebles nuevos pueden dañar la calidad del aire.

Superficies

Correr en una superficie firme y lisa, como asfalto o una cinta, puede producir resultados rápidos y constantes, pero aumenta el riesgo de lesiones por sobrecarga. Correr en un terreno variable, como senderos, aumenta la variabilidad de las zancadas (cadencia, apoyo, etc.), lo que puede afectar al ritmo y el rendimiento de carrera, pero también reduce el riesgo de lesiones. La nieve, hielo o la gravilla también afectan al rendimiento y modifican la exigencia muscular.

Altitud

A mayor altitud desciende la presión del aire, lo cual significa que hay menos oxígeno disponible, dando pie a efectos que se pueden sentir a partir de los 600 m de altitud, aunque a la mayoría de los corredores no les afecta hasta cerca de los 900 m. Entrenar en altitud produce una adaptación beneficiosa: aumenta la cantidad de glóbulos rojos que suministran oxígeno a los músculos. Por eso muchos atletas de élite viajan a grandes altitudes para realizar entrenamiento de altura antes de competir en un lugar más cercano al nivel del mar.

Desnivel

Al correr cuesta arriba el cuerpo debe superar una mayor resistencia que al hacerlo en un terreno llano. Necesita más fibras musculares para impulsar el centro de masas desde el suelo y se recibe menos ayuda del retroceso elástico de los tendones, por lo que se requiere mayor acción muscular concéntrica. La gravedad aporta impulso al correr cuesta abajo, pero las fuerzas de impacto son mayores, lo cual exige mayor acción muscular excéntrica. Es importante conocer el desnivel del terreno cuando se compite, y recomendable cuando se entrena en un terreno desconocido. Y no solo hay que tener en cuenta el esfuerzo, sino el riesgo de torceduras.

Información tomada de: RunnersWorld.com