El retorno de Carolina Velásquez al triatlón, de Nanjing 2014 a París 2024

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Filiberto Rojas Ferro / Director de Comunicaciones COC

“¿Te gustaría integrar el proyecto de Caldas para los Juegos Nacionales del Eje Cafetero?”. Ese mensaje, en una llamada de José Said Bustamante, generó en 2020 que Colombia hoy tenga a la atleta que más logros le ha dado al triatlón nacional: María Carolina Velásquez Soto.

Nació en Marinilla (Antioquia), se formó en la natación, encontró el triatlón antes de terminar el colegio, fue a Juegos Olímpicos de la Juventud, se retiró para estudiar y hoy, ya profesional, regresó al alto rendimiento para escribir las páginas más grandes del triatlón colombiano, en una aventura diferente, digna de nuestros grandes atletas.

Cuando la mayoría de los atletas afirman que el estudio puede esperar y que la prioridad es el deporte, Carolina obedeció a don Wilman, su papá, y lo hizo de una manera diferente. Priorizó el estudio para hoy en día vivir, a los 26 años, su mejor momento deportivo, con el título profesional en psicología de la Universidad Católica de Oriente.

Sus inicios en la natación

Durante unas vacaciones en la Costa Caribe, cuando conoció el mar con su familia, Carolina veía que todos se metían al agua, sus padres Wilman y Nancy, sus hermanas Cindy y Nataly, pero ella no sabía nadar. Todos disfrutaban y a la más pequeña de la familia le tocó disfrutar en la orilla, así que cuando regresó a casa le pidió a doña Nancy, su madre, que la inscribiera en un curso de natación, pensando en poder nadar en familia en el próximo viaje al mar.

Con esa idea, Carolina ingresó al Grupo Formativo de Inderma en Marinilla, para recibir clases de iniciación deportiva, a los seis años, luego avanzó a grupos de semilleros, pero con la natación nunca trascendió las fronteras de Marinilla.

Varias veces se ganó la ficha de la Federación Colombiana de Natación para entrenar y competir en Medellín, pero para don Wilman y doña Nancy era complejo llevarla hasta allá, por eso nunca fue a la capital antioqueña a entrenar.

Bajo la orientación de Francisco ‘Pacho’ Vélez, en el Club Nativos Marinilla, Carolina se especializó en las modalidades de espalda y mariposa, compitió en los Juegos Intercolegiados, siempre llegó hasta la fase departamental y en una ocasión clasificó a la fase nacional, pero al final no quedó en la nómina definitiva. Se había esforzado mucho, era un objetivo grande y al final todo terminó en una decepción. En ese momento dijo ‘no más natación’, porque sentía que había entregado mucho y no tenía la recompensa esperada.

El paso al triatlón

Sin embargo, lo siguió intentando. Era muy competitiva en la natación y siempre quería ganar. Al inicio de cada año, se sometía al Test de Cooper y le iba muy bien en atletismo, aunque no le gustaba. En la Normal Superior de Marinilla, Carolina tenía unos amigos que entrenaban triatlón y siempre la invitaban, pero ella no aceptaba. Hasta que un día la convencieron para ir a un evento en el Lago Calima, en el Valle del Cauca.

Fue Gléiner Montoya quien la invitó, pero Wilman era un poco sobreprotector, no la dejaba salir a competir si no era en compañía de Nancy, y justo para esa fecha del certamen en Calima, su mama tenía programada una cirugía, precisamente el día del viaje. Cuando ya casi todo estaba perdido para esta nueva oportunidad, fue precisamente doña Nancy la que le dio el permiso. Se fue, sin entrenar ciclismo, con pocos kilómetros de atletismo, aunque motivada por la natación.

Y en Calima le fue muy bien en natación, que era lo de ella; en la bici le fue mal porque nunca entrenó. Compitió con una bicicleta prestada, la pasaron todos a los que le había sacado ventaja en natación, ella misma recuerda que “parecía una moto parqueada”, pero corriendo le fue super bien. Remontó, pasó a todas las chicas y ganó. Sí, en el primer día de triatlón logró mucho más que en todos los años de natación.

Cuando regresó a casa, no lo podía creer y, sin mucha orientación técnica, sin bicicleta, pero con mucha motivación, emprendió el camino del triatlón. Semanas después, llegó a Marinilla un evento clasificatorio para ir a un Preolímpico en México, la fase previa a los Juegos Olímpicos de la Juventud de Nanjing, en China. Carolina aún no comprendía muy bien la dinámica, pero se apuntó. Las pruebas eran por separado y por marcas. Hizo la marca B en natación y la marca A en atletismo. Registros que le bastaron para integrar por primera vez la Selección Colombia.

Carolina regresó al triatlón y es la única colombiana que ha ganado medallas en todos los eventos del ciclo olímpico.

Los Olímpicos de Nanjing 2014

Bajo la orientación del entrenador José Said Bustamante, Carolina viajó a México, junto con Eduardo Londoño, Nataly Arcila y Juan José Giraldo, sin tener claro todavía el objetivo del evento. Esa era su primera salida internacional, su primera vez en un avión, con muy poco entrenamiento estructurado, sólo con las ganas de darlo todo en la competencia.

Estando en México todavía no dimensionaba la magnitud de la competencia, porque ni siquiera tenía un año completo en triatlón, no conocía muchos detalles del deporte y fue toda una sorpresa cuando en la carrera internacional, que entregaba ocho cupos a Nanjing, finalizó en la sexta plaza, y logró el cupo para los Juegos Olímpicos.

Pensó que tal vez no la llevarían y sólo cuando estaba en el avión rumbo a China, entendió la magnitud de un evento increíble, que recuerda por su impecable organización, por compartir en la villa con otros atletas colombianos como Andrea Escobar (BMX), Briggite Carabalí (judo), Andrés Felipe Martínez (gimnasia). En la competencia de aquellos Juegos Olímpicos de la Juventud terminó en la casilla 25.

“Nanjing fue una de las mejores experiencias de mi vida, vivir esos Olímpicos fue increíble, yo no sabía para dónde iba ni qué había logrado, porque era muy nueva en el triatlón, no dimensionaba lo que era”, reconoce Carolina.

Retiro anticipado

Cuando parecía que el triatlón iba a ser su vida, luego de ganar bronce en relevos con Antioquia en los Juegos Nacionales del 2015, en Prado (Tolima), cuando todo apuntaba a que el deporte de alto rendimiento se quedaba con Carolina, ya con una experiencia olímpica, ganando varios eventos y empezando a estructurar los entrenamientos, y con una bicicleta donada por la Liga de Triatlón de Antioquia, llegó una decisión inesperada, diferente a la que toman la mayoría de los talentosos del deporte.

Carolina decidió dejar a un lado el deporte para obedecer a su padre y dedicarse a los estudios. Se matriculó en la Universidad Católica de Oriente, para estudiar psicología, carrera que hizo a la par con el trabajo de instructora de natación, con el que tenía algunos ingresos, para sobrellevar el día a día en la universidad.

El deporte de alto rendimiento ya no estaba en ella, nadaba por mantener un estado físico aceptable y «a veces salía a montar bici con unos amigos», pero más por el ‘parche’ de disfrutar, y de vez en cuando competir informalmente en la subida a La Unión, junto a esos amigos: José Sáenz, Juan José Arias, Fernando Giraldo y quien hoy es su novio, Juan José Giraldo.

Competía en algunos eventos para seguir activa, asistía a carreras aficionadas y siempre intentó sostener un rendimiento base, porque su competitividad y pasión por el deporte no la dejaba abandonar totalmente la actividad física, mientras se seguía apasionando por la psicología, que en buena medida podía aplicar al deporte.

Fueron casi cinco años lejos del alto rendimiento, y así como cuando tomó la decisión de inclinarse por el estudio, cuando parecía que la psicología era su vida, recibió una llamada inesperada. Un mensaje que le devolvió la motivación deportiva para volver a intentarlo, para volver a probar con el triatlón un camino que ya parecía acabado.

En Santiago 2023 obtuvo la medalla de plata.

El regreso

José Said Bustamante, el entrenador con el que estuvo en Nanjing, la llamó a finales del 2019 para hacerle una propuesta: “Quieres integrar el proyecto de Caldas para los Juegos Nacionales del Eje Cafetero, vamos a ser locales y queremos integrar un equipo fuerte con Mayra Vargas”.

Le faltaba poco más de un año para graduarse, todavía tenía clases presenciales, pero era una oportunidad muy buena, para volver a la competencia, para regresar a nadar, montar bici y correr. Carolina no lo dudó, decidió irse para Manizales a vivir en 2020 y viajar cuando era necesario para terminar los estudios.

Sin embargo, ese año llegó la pandemia de la Covid-19 y a pesar de todo lo vivido en el mundo, las cosas resultaron favorables para Carolina. Clases virtuales desde Marinilla, entrenamiento en casa dirigido desde Manizales y aguardar el regreso competitivo con Caldas y, por qué no, con Colombia, como lo hizo en Nanjing 2014.

Luego de la pandemia, con el regreso de los eventos, Carolina fue de a poco, sumando kilómetros, acoplándose de nuevo a entrenamientos, ya mucho más estructurados, aplicando sus conocimientos psicológicos al deporte, dejándose guiar por José Said y por la experiencia de Mayra, en un equipo de primer nivel que había sido conformado para ganar.

Llegó el Campeonato Nacional del 2022 en su nueva casa, en Chinchiná, donde se inició el camino ganador, porque el primer lugar y la medalla de oro le dieron la vinculación a la Federación Colombiana de Triatlón, para asistir con la Selección Colombia a la Copa Mundo de México, el primer escenario mundial de alto nivel al que se enfrentaba Carolina.

Todos le decían que muchos éxitos y que tranquila, porque el nivel iba a ser muy alto. Carolina reconoce que se alcanzó a asustar, porque el ambiente era a otro nivel, sin embargo, se mentalizó, aplicó varios conocimientos propios de la psicología y se lanzó a la competencia. Al final, el resultado no pudo ser mejor para Colombia y para Carolina, quien terminó en el noveno lugar. La niña de los Juegos Olímpicos de la Juventud estaba de regreso, nadie lo creía, fue sorpresa tener a una colombiana entre las 10 mejores de una Copa Mundo.

En los Juegos Centroamericanos y del Caribe en San Salvador, se convirtió en la primera triatleta colombiana en ganar la medalla de oro.

La mejor de la historia

En tan poco tiempo convertirse en la mejor de la historia del país fue un choque, porque Carolina siguió luciendo en competencias internacionales, gracias a la disciplina y al trabajo. Después de esa Copa Mundo, Carolina empezó a ganar Copas Panamericanas en Manta, La Guaira, La Habana y Chinchiná.

“Ha sido un proceso muy bonito, que me llenó de satisfacción, de motivación, que me sirvió para esforzarme más, porque en 2022 hubo muy buenos resultados, fue volver a vivir el triatlón, el despertar de que estuve retirada mucho tiempo y volver de esta forma fue increíble, sólo pensaba que valió la pena de irme a Manizales, de confiar en mi entrenador”, admite Carolina.

Ya con el título de profesional en psicología, Carolina reconoce que “la pausa fue necesaria, todo pasa por alguna razón. En ese entonces no tenía la madurez ni física, ni psicológica para asumir los compromisos del alto rendimiento, fue un espacio importante y mental para asumir los retos de una mejor forma. Agradezco que fue de esta forma, porque terminé mi carrera, algo importante para mi padre, prioricé mis estudios para ahora estar tranquila y dedicarme a ser atleta de verdad”.

Y de qué manera lo está haciendo, porque ese noveno lugar en México fue sólo el inicio, ya que en la Copa Mundo de Viña del Mar logró la primera medalla de Colombia en la historia de las Copas Mundo, un bronce soñado, con una historia digna de grandes atletas, de deportistas nacidos para ganar, para estar en lo más alto.

“Lo recuerdo con mucha felicidad, fue uno de los días más felices de mi vida”, asegura Carolina, pues 15 días antes, en Uruguay, terminó sexta en un Panamericano, un resultado increíble, también muy bueno, que le dio muchos puntos en el escalafón mundial, pero sufrió unas laceraciones en los pies, unas ampollas que le impidieron trotar durante los 15 días previos a Viña.

No podía trotar, le dolía nadar y le costaba montar en la bici. Tuvo que vivir una batalla mental antes de una Copa Mundo, pero decidió estar tranquila y asumir el reto, con calma, esperando que los pies estuvieran bien. Sólo pudo correr ese día, en un nivel muy fuerte, pero ese día fue increíble, cuando cruzó la meta, a penas digería lo que estaba pasando, lloró mucho porque era confirmar que los sueños sí se cumplen, que era posible soñar, ponerse objetivos y lograrlos.

Luego de las Copas Panamericanas y las Copas Mundo, están las Series Mundiales, esa es la línea de ascenso en el triatlón. Carolina ya dominaba las copas panamericanas y daba la pelea en las copas mundo, eventos en los que sumó los puntos que la llevaron en 2022 a la primera Serie Mundial, en Canadá, una semana antes de los Juegos Centroamericanos y del Caribe de San Salvador.

Y ese debut de la Serie Mundial también fue digna de grandes, de resilientes, de colombianos hechos a pulso. Fue en un mes muy fuerte, con problemas en los viajes. Primero, en Guatulco, perdió la maleta de la ropa, y en Canadá, una semana después, no le llegó la bicicleta, para afrontar la Serie Mundial, en un nivel muy alto, con atletas olímpicos, con lo mejor de la élite mundial. La bicicleta finalmente le llegó un día antes de la carrera.

En Canadá entrenó en rodillos con una bici prestada. También había tenido líos con el visado de Canadá. Por eso tuvo que reunirse de manera virtual con su psicólogo, la noche antes de la carrera. Lloró con él, porque llegó con muchos problemas extradeportivos, pero esa charla le sirvió muchísimo…

Al otro día compitió, tenía mucha ansiedad, pero ansiedad de competitividad, por la emoción de estar a ese nivel. Nadó muy bien, hizo un circuito de bici muy estratégico, recuperó un poco y se unió para el atletismo en un lote de unas 25 atletas muy fuertes, para terminar entre las 10 mejores, hasta ahora, el mejor resultado de su carrera deportiva.

Una semana después, le dio a Colombia el primer oro de la historia en el triatlón de los Juegos Centroamericanos y del Caribe en San Salvador. Ya había ganado tres oros en los Juegos Bolivarianos de Valledupar y una de plata en los Juegos Suramericanos de Asunción.

Por delante estaban los Juegos Panamericanos de Santiago y de nuevo la historia fue gloriosa. Llegó al mismo circuito de Viña del Mar en el que ganó el bronce de la Copa Mundo, pero para la distancia olímpica, y luego de hacer un bloque de entrenamientos en Europa, descansó y retomó la preparación con la idea de ir a disputar la medalla en Santiago 2023, donde el nivel era altísimo.

Pero el camino le puso un nuevo obstáculo, que le hizo sacar a relucir su resiliencia y poner en práctica sus conocimientos de psicología. Cuando llegó a Chile se enfermó, un resfriado que pasó rápido, pero generó nervios, tuvo muy buenas sensaciones en la carrera y terminó segunda, a 20 segundos del oro. Otro podio para la historia.

El camino a París 2024

Este ciclo olímpico ha sido único. Es la única triatleta colombiana de la historia que se ha subido al podio de todos los eventos: Bolivarianos, Suramericanos, Centroamericanos y del Caribe y Panamericanos. Con los Juegos Olímpicos por delante, Carolina fue seleccionada, gracias a sus resultados, para participar en el Test Event París 2024.

La organización de los Juegos Olímpicos realizó un evento de prueba donde va a ser la competencia de París 2024 y Carolina estuvo allí, entre las mejores del planeta, en un encuentro inolvidable, con un nivel durísimo, el más alto al que se he llegado a enfrentar. En el agua tuvo dificultades con la corriente, estuvo a 10 segundos de conectar al segundo lote, y finalmente terminó en el puesto 39. “Esa carrera fue épica y creo que así serán los Juegos Olímpicos”, dice Carolina.

“Nunca me imaginé todo esto, soñé con volver en buen estado físico a los Juegos Nacionales, pero dimensionar carreras internacionales era difícil por el apoyo económico, sabía que era difícil, hasta que todo empezó a fluir como una bola de nieve en la que todo se fue dando. Hoy siento mucho respaldo del deporte, es diferente cuando se tienen buenos resultados”, asegura Carolina, quien cerró el año con el objetivo que la trajo de vuelta: los Juegos Nacionales Eje Cafetero 2023.

En la competencia de Chinchiná se sintió muy bien, era el último objetivo del año, había trabajado muy fuerte para tener estos resultados, lo disfrutó mucho y las dos medallas de oro fueron la mejor forma de devolver la confianza que Caldas le dio.

Ahora, la mente está puesta en París 2024, con un arduo camino por delante, a cinco meses del cierre la clasificación, tiempo en el que debe seguir afianzando la posición en el ranking para ratificar que el retorno de Carolina Velásquez, es un camino diferente, pues no cualquiera comienza en unos Juegos Olímpicos de la Juventud y sueña con consolidarse en los Juegos Olímpicos absolutos.