Fotos: Oscar Muñoz / @fotografiadeportiva
«¡No te rindas, dale con toda! ¡Siempre hasta el final!», se escuchaba desde la tribuna norte del estadio Pascual Guerrero, después de un aplauso de impulso, para que Natalia Linares supiera que no estaba sola, que en cada paso miles de corazones la acompañaban.
Las ilusiones parecían desvanecerse. En el tablero se registraba una marca de 5.95 metros que la dejaba en la novena posición. Algunos brazos se empezaron a bajar, la atención de algunos se centró en la prueba de 5.000 metros que se corría en la pista, pero su entrenador Martín Suárez siempre estuvo atento, con la fe puesta en sus condiciones, en su calidad.

«Le dije que esto se acaba hasta que hiciera su último salto, que confiara en ella. No es algo fácil porque es lidiar con el pensamiento del otro, con sus inseguridades, así que hay que darle las palabras correctas al atleta, porque alguna mal dicha, la puede frustrar y hasta ahí llegó la competencia», dice con una sonrisa Suárez, después de ser testigo del gran desempeño de la atleta nacional.
Y es que Natalia en el último intento, con más alma y corazón, fue más allá de sus límites. A pesar de un dolor en su cintura y en la rodilla, miró con firmeza la arena de aterrizaje y con determinación afrontó el salto que la llevó a tocar el cielo con las manos: 6.27, un registro que celebró con un grito que retumbó en el estadio y a su vez, desde la tribuna, se escuchó un «¡Vamos, no joda!», que salió con fuerza desde la garganta de su entrenador.

Son tres años de trabajo arduo entre Martín Suárez y Natalia Linares, en los que han dejado sudor y lágrimas. Cuando comenzó, Linares saltaba 5.35 metros. Sin embargo, ese enfoque y dedicación que ambos han tenido la han llevado a mejorar un metro. En el camino han tenido que aprender a soltar, a acomodarse en diferentes sitios de trabajo. El más duro, sin duda alguna para la atleta, fue el de dejar su natal Valledupar para entrenar en Santa Marta.
Pero son apuestas que se hacen para mejorar en todos los aspectos, para continuar con el desarrollo deportivo y llegar a cumplir los anhelos que se tienen en el corazón y el más grande, es el de estar en unos Juegos Olímpicos. Con esa idea entrenan día y noche y en estos Juegos Panamericanos Junior demuestran que están compaginados, que existe una química importante para demostrarles al país y al mundo que el nombre de Natalia Linares está listo para escribirse con letras doradas.