Por: Bernardo Gómez

Antes de salir a mis vacaciones familiares al iniciar el año, decidí comprar un libro de atletismo, no sabía cuál pero al llegar a la librería había uno titulado NACIDOS PARA CORRER, y justo al lado había uno titulado COMO DOMINAR EL MARATON, pues bien, después de leer la historia de los tarahumaras, me motivé para correr mucho más pues si habían hombres que corrían competencias de 100 millas quizás yo lograría correr 42 km 195 mts.

Lo máximo que había corrido era por mucho 24 km y tomé la decisión quince semanas atrás cuando asistí a un entrenamiento New Balance. Ese día escuche de un maratón en Sopó el 24 de mayo y me dije esa es… Me inscribí, asistí al deportólogo pues mi mayor preocupación era una cirugía de ligamento cruzado anterior y meniscos de mi rodilla derecha que me realizaron casi cuatro años atrás a causa de un accidente en motocicleta. Aprobado por el médico y habiendo realizado mi prueba de esfuerzo físico me aventuré en dieciséis semanas de un entrenamiento exigente, con un entrenador personal y el libro Como dominar el maratón.

Le doy gracias a todos mis amigos del hermoso parque Ciudad Montes donde entreno en las mañanas y donde empecé a apasionarme por este deporte, a mi amigo el campeón y tocayo José Bernardo Prada quien sufre un terrible cáncer, mucho ánimo, mucha fortaleza y gracias por sus consejos extraño su famoso grito LO VEO BIEN……bien gordo. Pero principalmente gracias a Dios por permitirme poder correr y gracias a mi esposa quien un día me dijo…. tu eres bueno corriendo hay una carrera en Bogotá la media maratón, por qué no la corres? Entrené dos meses en mi primera media maratón y al cruzar la meta agotado y con los pies ampollados en 1h:51min, me esperaba mi esposa con mi familia portando camisetas blancas con una foto estampada en el pecho donde aparecía con mi esposa y mis dos hijos ,ahí empezó toda esta locura de correr, ahora solo esperaba poder terminar mi primera maratón en Sopó.

Finalmente llego el día de mi primera maratón, la noche anterior alisté maleta como quien va de viaje: tenis, uniforme, número de competencia, visera, gafas para el sol, 5 botilitos de hidratación, 5 geles energéticos y 2 barras de proteína. No podía con tanta ansiedad y cuando me vi ya estaba detrás de la línea de salida junto a algunos amigos del parque Montes que al igual que yo, lo hacían por primera vez excepto Carlos Zamora alias «el sensei», quien el año anterior había llegado segundo en el maratón pero no se había inscrito, este año si contaba con número de competencia.

Antes de que dieran la salida le dije… ¡Carlitos usted se gana esta! Y me dijo: una maratón es dura muy dura, mi primera vez vomité 10 veces pero la terminé, y terminó su comentario diciéndome: ¡cuando la termine…hablamos! La verdad no sé qué sentí en ese momento quizás terror, me preocupé un poco pero chocamos la mano y a los dos minutos dieron la salida. En el primer kilómetro estaba quizás en la posición 20 mire atrás y mi amigo Daniel venía cerca de mí.

Decidimos irnos juntos, se formó un grupo de unos ocho atletas pero al poco tiempo aceleraron y me quede solo con Dani, dejémoslos le dije, falta mucho y seguimos a nuestro paso.

En el kilómetro 14 regresamos al pueblo, era el primer giro de tres que teníamos que hacer y con Daniel ya habíamos ganado algunas posiciones. Mi estrategia era seguir al mismo ritmo hasta el km 32 y luego lanzarme con todo lo que me quedara los últimos 10 km. Unas veces Dani marcaba el ritmo y otras veces yo hasta el km 27 cuando Daniel me dijo… me pesan las piernas. No era buen síntoma pensé, compartimos hidratación y le grité: Vamos, Dani, vamos. Pero al llegar al pueblo ya venía unos diez metros atrás y me gritó ¡Hágale! así que continué al mismo ritmo.

Me sentía bien y en el km 32 recordé lo que me había dicho el gran atleta Álvaro Mejía (único suramericano ganador de la maratón de Boston, en 1971) la carrera empieza en el km 32 ¡Qué gran consejo! y de verdad ahí empezó. Sin darme cuenta ya había ganado tres posiciones más y me sentía como un cazador detrás de sus presas. En el último retorno, en el km 35, un organizador me dijo ¡Vas octavo! No lo podía creer y fue como recargar energía, el sexto y séptimo, los tenía a 200 metros uno y el otro a unos 500 metros. En cabeza de carrera quien había liderado por más de dos horas ya era tercero y Carlos Zamora segundo, pero en nuestra categoría, primero.

Todo iba bien, me sentía con fuerza y buen oxígeno, pero faltando unos tres kilómetros lo que nunca me había pasado corriendo, ni me imagine que me fuera a pasar: Unos terribles calambres! No puede ser pensé, no puedo abandonar faltando tan poco. Miré atrás y no venía nadie cerca y decidí parar y hacer unos estiramientos, por un momento pasaron los calambres pero luego otra vez llegaron y en la otra pierna. Nuevamente estire los músculos y continué con pasos cortos pero con mucha dificultad, los dos últimos kilómetros fueron terribles, que dolor!!.

Pero ya casi terminaba, los aplausos y gritos de la gente al llegar al pueblo me empujaban y entonces pregunté: ¿Viene alguien cerca? me dijeron no, la posición es mía pensé. Faltando dos cuadras para la meta al girar en la última esquina, solo faltaban unos 200 metros, los más duros. Mi amigo Yuri, quien había abandonado, me chocó la mano y me dio «ánimo». ‘Ya casi, falta poco’, me decía yo mismo, cuando faltando 100 metros para la meta los aplausos y los gritos de mi esposa, mis dos hijos, mi mamá y mi hermano: “Vamos Pa, vamos Pa, vamos Berna ya llegaste” fueron el último empujón.

Que emoción tan grande, salieron unas lágrimas de mis ojos que nadie vio y se confundieron con mi sudor, casi cojeando crucé la meta, mi amigo Carlos Zamora me recibió con un fuerte abrazo y justo detrás llegaron mi esposa y mis dos hijos. Nos abrazamos de la felicidad.

Lo logré!!! Y el resultado fue algo que nunca imaginé, estaba en el podio de los ganadores: Carlitos Zamora primero y yo tercero en nuestra categoría, un buen botín para el parque Ciudad Montes y un premio a tantas horas de entrenamiento.

Gracias a todos mis amigos, a mi familia que me acompañó, gracias Señor por permitirme tanta alegría, gracias Dios mío porque tú eres mi fortaleza. Y ahora mi nuevo sueño algún día: correr el Maratón de Boston.