Por Julián García
La noticia fue emocionante. Recibir en septiembre pasado de parte de la organización del Maratón de Boston la comunicación de clasificación y aceptación para correr la legendaria y considerada la carrera de calle más importante del mundo es indescriptible. Es el resultado de un proceso largo e impensado luego de 9 años de ser parte de esta afición deportiva.
Agradezco nuevamente la oportunidad a Running Colombia por permitirme contarles esta nueva experiencia, luego de compartirles la de mi primer maratón en 2017 (https://www.runningcolombia.com/mi-maraton-de-suenos/) y de mi 2ª ‘Major’, en Berlín (2018), con mi PR en maratón y récord mundial incluido del gran Eliud Kipchoge (https://www.runningcolombia.com/el-dia-que-corri-con-kipchoge-en-el-maraton-de-berlin/).
Allí nació el sueño de correr Boston. De hecho, en Lima, Perú (3:12:45) y Berlín, Alemania (3:12:11) logré el tiempo para clasificar a la edición de 2019, pero no pasé el corte. Recordemos que a Boston solo se llega por clasificación, van los mejores del mundo en cada una de las categorías y con cupos limitados. El no clasificar no lo tomé como un traspié, sino como un reto de trabajar y progresar para seguir adelante, mejorar y lograr el objetivo cuando Dios me dijera que estaba listo.

En 2019 lo intenté en dos oportunidades, Lima y Chicago, pero no se dieron las cosas en materia de tiempos, sí en la gratitud de haber podido participar y disfrutar de estos grandes eventos. Tengo la premisa de primero gozarme la oportunidad de correr y competir tras meses de preparación; luego, luchar el día de la carrera y aceptar cualquier resultado al darlo todo.
Vino la pandemia y me preparé muy bien para que pudiese volver a competir y seguir con la meta fijada. De pasar a que nunca pensé hacerlo, a trabajar porque nunca dejé de soñarlo.
El maratón de Santiago de Chile fue el escenario escogido para mayo de 2022. Fue una gran carrera, con unas condiciones idóneas y ese día se dio todo, incluido el tiempo (3:17:09), para aspirar a buscar el anhelado unicornio este año.
Dos maratones más corrí el año anterior, Medellín y Nueva York (3ª ‘Major’), con grandes satisfacciones y experiencias. Siempre agradecido de poder correr y competir.

La puesta a punto para el reto
Desde finales de noviembre comencé a prepararme para llegar lo mejor posible a Boston, una carrera llena de repechos, subidas y bajadas y con condiciones climáticas fuertes que solo unos días antes se sabe cómo serán. Lluvia, frío y viento eran los pronósticos.
La mayoría de los que corremos y nos ‘encarretamos’ por el running somos aficionados que no vivimos de esto y lo hacemos por satisfacción personal, por mantenernos saludables y ser inspiración y ejemplo para nuestros hijos y, quizá, para otras personas.
Somos personas normales que trabajamos, madrugamos día a día a nuestras actividades laborales, familiares y claro, a entrenar con dedicación y disciplina en medio de las ocupaciones. Combinar ello y cuidarse mucho para evitar lesiones, siempre fueron las consignas. Los dolores uno los maneja, las lesiones ya requieren mayor atención, pero, afortunadamente no tuve ninguna.

Traté de entrenar la mayor parte en Bogotá, siendo la circunvalar y las calles de Usaquén, por el sector de la carrera Séptima las zonas preferidas para las cuestas. El plan de entrenamiento con el ‘profe’ Carlos Omar Guerrero fue muy estratégico y progresivo, con muchas lomas de por medio.
Vamos a la previa y al día de la carrera. Apenas se aterriza en Boston, se siente que la ciudad respira maratón. Visitar la Expo, caminar por la línea de llegada, las actividades previas en el Fan Fest y ver tantas personas felices e ilusionadas, hacen de este evento único e inigualable.
Un dato particular es que la carrera se corre un lunes y no un domingo, como es lo habitual. Se cumple el tercer lunes de abril por el «Patriots’ Day», día feriado que se celebra en los estados de Massachusetts, Maine y Wisconsin, en conmemoración de las batallas de Lexington y Concord, y desde el sábado se cierra una de las calles principales de la ciudad y línea de la meta, la Boylston Street. El ambiente en todos sus alrededores es espectacular. Es el punto central del maratón de Boston.

Otra ventaja de esta carrera es que no sale temprano. Así da tiempo para alistarse y desayunar con calma. La largada de mi ola fue a las 10:25 a.m. y la logística es impresionante. Es trasladar 30.000 atletas al punto de salida ubicada en una población a las afueras de Boston llamada Hopkinton, y terminar en el centro de la ciudad, pasando por otras poblaciones y localidades como Framingham, Natick, Wellesley, Newton, Brookline y, finalmente, Boston.
A pesar de la baja temperatura (7 grados C), la lluvia y el viento, la villa de los atletas es una amplia zona dentro de un colegio con todos los servicios. Luego van llamando al orden de salida, la ubicación de los corrales es exacta, y la partida, igual.
Fueron 42 kilómetros de muchas emociones, con un público espectacular que se apostó a las calles a animarnos a pesar de la lluvia y el frío. Vale la pena destacar en el kilómetro 20 el ensordecedor paso por el “túnel de los gritos” de las estudiantes del Wellesley College, y, como en las pruebas de montaña de ciclismo, el apoyo fundamental de los espectadores en las lomas de Newton, incluyendo la famosa subida ‘Heartbreak Hill’, (rompe corazones) con sus 600 metros de elevación en el kilómetro 32.

Los últimos kilómetros son vibrantes. Llenos de público al lado y de la vía animando a los competidores para la recta final y con mucha agua, porque la lluvia arreció. Ya estaba todo hecho, solo falta cruzar el gran aviso de Citgo y entrar en los últimos 500 metros de la calle Boylston para sentir la emoción de la llegada, al tiempo que recordar a las víctimas del fatídico atentado de 2013 a pocos metros de la meta. Al final fueron 3 horas, 21 minutos y 51 segundos disfrutados al máximo y que agradezco a Dios infinitamente por permitirme cumplir este sueño que, espero, en un futuro no muy lejano, volverlo a vivir.
El Maratón de Boston es una carrera impecable en su organización, con puntos de hidratación en cada milla del recorrido; la seguridad, aumentada tras los atentados, muy bien dispuesta; el personal médico en cada punto visibles y animando, y los voluntarios con un espíritu y calidad de servicio cálido y familiar antes, durante y después de la carrera para prestarle el apoyo y el aliento a los atletas.
Definitivamente, qué evento y qué carrera es el Maratón de Boston. Valió la pena el esfuerzo, el entrenamiento y la dedicación. Por carreras como esta es que nunca debemos dejar de soñar, y si usted llegó hasta acá y lo motivé a buscar un cupo para llegar allá, pues es una enorme satisfacción para este servidor que solo le hace una invitación: anímese y trabájelo porque si yo pude, usted también, de eso estoy seguro.