Por: Mauricio Polanco

Por cosas del trabajo la maratón de Atenas se convirtió en una carrera impensable pero se ajustó como anillo al dedo, no por mi preparación sino por mi trabajo.

La empresa me enviaba con un grupo de 60 personas por 28 días a recorrer 9 países por Europa en una misión de peregrinaje por los principales santuarios marianos, salimos de Bogotá el 29 de Septiembre y terminaba en Roma el 25 de Octubre.

Así que mi preparación se convirtió en un ruleta rusa; el 08 de Noviembre del 2015 se corría “La Autentica Maratón de Atenas” si, la auténtica, eso me motivó más a inscribirme a correr dicha prueba, era la versión 33, su historia tan fascinante marca un hecho importante donde el griego Fidipides, héroe de la antigua Grecia, profesional en carreras de larga distancia y figura central de tan importante evento, salió de la ciudad de Maratón hacia la ciudad de Atenas a anunciar la victoria ante los persas, dijo a su llegada; “¡ Alegraos, vencimos! En griego “Nenikikamen” Y al decir eso, murió, exhalando su último suspiro junto con la noticia y el saludo según leyendas que datan desde hace más de 3000 años,

Entre estas ciudades hay 42 kilómetros. En la era moderna, dice la historia, en la primavera de 1986 durante los primeros Juegos Olímpicos modernos, los atletas de cinco países se alinearon en la línea de salida con el fin de cubrir la distancia desde Maratón hasta el estadio Panathinaikó en un camino de tierra. La carrera fue ganada por el atleta Griego Spyros Louis cuya victoria es ahora un símbolo del esfuerzo incansable, de resistencia así como las rupturas físicas y mentales.

Para poder llegar a esta carrera mítica necesitaba de una preparación mucho mejor que la que tuve para Berlín, pero difícilmente podía lograr un entrenamiento acorde a la exigencia que se venía, la auténtica.

A la llegada a Madrid al día siguiente después de volar 10 horas me encontré con mi amigo Nicolás con quien pertenecemos al mismo grupo de corredores; Fire Runners Colombia. A las cinco de la mañana en el Parque El Retiro uniformados con nuestras camisetas y llenos de orgullo de llevar la bandera de Colombia con nuestro equipo empezamos el entrenamiento, oscuridad total pero agradable con temperatura promedio de 12 grados, nos esperaban 118 hectáreas para correr.

Tras el peregrinar día a día lo único que me daba aliento en mi falta de entrenamiento era el orar el rosario que era infaltable a cualquier hora del día, ¡…recuerden estaba de peregrino…! pues le pedía a Dios que me ayudara en mi entrenamiento, aunque las caminatas eran largas no era suficiente para llegar físicamente preparado a tan importante evento.

El 25 de Octubre muy a las 4 am en el aeropuerto de Fiumicino en Roma me despedía del grupo, me sentía feliz por el deber cumplido, el primer objetivo salió, excelente.

Yo seguía mi rumbo y abordaba la nave que me lleva a Atenas, Grecia. Un poco cansado después de andar y recorrer sitios espectaculares, entraba en la recta final para mi otro objetivo, mi otro sueño, mi segundo maratón en Atenas “La Auténtica”.

Tenía un presupuesto y era mejorar mí tiempo de Berlín 3h57:28 siendo la maratón más rápida del Mundo, pero ah golpe que me di.

Resulta que tenía que cumplir otro compromiso profesional. el 2 de Noviembre terminó el recorrido y me quedaban seis días para el maratón, la suerte a estas altura ya estaba echada, me fui a recorrer la ciudad pero me llamaba especialmente la atención ir a conocer el Estadio Panathinaikó allá fui a dar y que sensación tan tenaz la que sentí cuando lo vi se vinieron las lágrimas de la emoción, Wao, Waoo, Waoo…Recuerdo que no dije más y pa´dentro, pagas 5 euros y entras a recorrerlo todo tiene un museo espectacular donde exhiben todas las antorchas originales desde los primero Juegos Olimpicos.

El jueves abría la expo, a las nueve de la mañana estaba listo para entrar y reclamar mi numero 7131 al recorrer la feria en el segundo piso estaban explicando la altimetría de la carrera kilómetro por kilómetro y oh sorpresa que me lleve pues me tire encima de un cojín para esperar la siguiente exposición obviamente en griego, eso era lo de menos, no entendía ni un carajo pero con el mapa me quedaba claro en el lio que estaba, si en el lio que me había metido, en el mapa interactivo estaba muy bien detallada la altimetría de carrera, recuerdo muy bien que me paso un escalofrío por la espalda de arriba a abajo y viceversa tanto así que sudé. Nada que hacer, me faltaban dos días para la carrera, en dos días imposibles de recuperar el tiempo perdido de entrenamiento. El viernes volví a la expo después de un entrene corto por Atenas, sabía que tenía que relajarme no me podía angustiar y así lo asumí.

El sábado me fui a recorrer el la ciudadela Olímpica donde se habían celebrado los Juegos Olímpicos del 2004 sencillamente espectacular, lo más impresionante era la infraestructura el 90% en solo mármol. Regrese a media tarde al hotel para alistar la pinta para la fiesta, pues había llegado la hora de bailar o mejor dicho de correr.

El hotel estaba invadido de runners y desde las tres de la mañana empezaron los ruidos y tocó a levantarse. Salí muy a las cinco de la mañana a la estación del metro para ir a la plaza Syntagma y de ahí salían los buses para la ciudad de Maratón en medio de un frio terrible de dos grados y cielo despejado y estrellado. El pronóstico para la carrera era de cielo totalmente azul con posibilidad de llegar a los veintitrés grados centígrados. A la llegada a Maratón hacía más frio, al pasar de los minutos y horas se calentaba el ambiente a 40 msnm. Una hora antes ingreso al bloque 3 y como un reloj suizo a las 9:10am sonó un disparo profundo y a correr se dijo,

En el kilómetro 5 bajamos a 10 msnm y la temperatura subía. En el 10K nuevamente empezaba a subir falsos planos y se veían al frente un verdadero columpio hasta el kilómetro 31. esto se llama “rompe piernas”. Ni una nube en el horizonte el sol en todo su esplendor, en el kilómetro 21 pasé con un ritmo de 6:01/km y ascendiendo.

Aquí ya presentía que me esperaba lo más fuerte, 10 km de muerte y así fueron. Cuando empecé a descender en el kilómetro 31 no sentía las piernas, si paraba me caía de una. El descenso fue más empinado situación que muscularmente afectaba enormemente, en el km 35 me acerqué a unos socorristas que aplicaban un gel helado, me aplique suficiente en los muslos y rodillas y eso me refrescó y me dio fuerza. Aquí el tiempo ya era historia, aquí lo que había era que terminar como fuera y en el kilómetro 40 saqué del bolsillo de mi pantaloneta la tricolor y eso me emocionó. Habían unos españoles que me gritaban “vamos colombiano, vamos con James, vamos vamos que ya vas a llegar”.

Llevaba la bandera con mucho orgullo, la gente aplaudía y creo que mi cara ya estaba desfigurada totalmente. Al fondo estaba el estadio, había gritería y mucha gente aplaudiendo, en mi cara empezaban a rodar lágrimas con la emoción del sueño cumplido.

El Rinoceronte entró con la cabeza erguida y la tricolor arriba, cruce la meta y me rendí a sus pies y lo bese, el Panathinaikó, el estadio más lindo y mítico del atletismo en el Mundo. Paré mi reloj en 4:31:13 y aquí entendí por qué Fidipides al llegar a anunciar la victoria ante los persas, en Atenas murió.

Mauricio Polanco
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@Mauriziopolanko